En voz alta :Carrera armamentista: A expensas de la distensión


Argelia, según el sitio americano especialista en asuntos de defensa (o de guerra) Global Firepower en la 27 posición de la clasificación de los ejércitos más potentes del mundo y Marruecos en la 49.
No hay de qué sentirse orgulloso.
 
El reino se gasta unos 3 400 millones de dólares mientras que Argelia pese a sus ciudadanos que mueren en pateras intentando llegar a donde es mejor, gasta en la compra de pertrechos militares el doble y quizás incluso mucho más.
¿Por qué? La cantinela de la “defensa nacional”, “el pueblo…” y bla…bla…bla se desploma cuando se saca del sustento de este pueblo que, a pesar del petróleo y gas nadie comprende como los argelinos figuran, desde hace años, entre los inmigrante clandestinos más decididos a correr todos los riesgos.
¡Será porque no están bien donde están?
¿Quién amenaza a quién?
De hecho sin Argelia y la constante amenaza de sus militares, Marruecos hubiera destinado los 3 400 millones de dólares a los sectores como la enseñanza, la sanidad, la inter-ayuda nacional, la solidaridad que tanto los necesitan.
Los que no tienen a Argelia por vecino no saben lo que ganan. Pero, como solía decir el difunto rey Hassan II “todo se puede cambiar, menos la geografía”.
Sin embargo obvio es también que hay a quien no le interesa una distensión entre los dos vecinos magrebies y no solo los que no quieren perderse los 3 400 millones de dólares de Marruecos ni el doble o más de Argelia (porque las armas las importan y todos sabemos de quién), sino también sus agentes que cobran comisiones en el seno de los ejércitos. Todo un negocio difícil a controlar, imposible de suspender.
¿Cuántas escuelas, cuantos hospitales, cuantos marroquíes desfavorecidos hubieran beneficiado de la mitad o incluso del cuarto de los 3 400 millones de dólares? ¿Cómo hubiese podido ser el desarrollo del país (o países, en Argelia y Marruecos).
En todo caso, no somos ricos, pero si tenemos lo suficiente o mejor dicho hubiéramos tenido lo suficiente sin el odio y el rencor visceral argelino.

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